"JUAN SALVADOR GAVIOTA", EL CULTO POR UNA HISTORIA DE LIBERTAD

Seguramente la gente de mediana edad, entre la que me encuentro, y más mayores, habrán oído hablar alguna vez del fenómeno «Juan Salvador Gaviota», más de uno habrá leído el libro y/o habrá visto la película. Dos caras de una misma realidad, un libro de culto y una película de culto; obsesión según las épocas, donde no eras nadie o estabas fuera de onda si no te habías dignado a experimentar las vivencias de una gaviota personificada, y ya te elevabas a una dimensión superior si eras capaz de chanelar sobre su contenido, sus frases mágicas, sus trasfondos.

Desde luego y ya lo adelanto, para el que jamás haya oído hablar de «Juan Salvador Gaviota», se trata de una experiencia al alcance de la mano, porque entre la media hora escasa que se puede tardar en leer el libro y los noventas minutos de la película, en apenas dos horas se puede decir que has pasado la fase de iniciación de este fenómeno, que fue ante todo editorial.

El libro fue escrito por Richard Bach en 1970, y podemos decir que fue un precursor de los más que populares hoy día libros de autoayuda. A principios de esa década fue un éxito sin precedentes fundamentalmente en Estados Unidos y, desde allí se extendió por todo el mundo.

Sin duda, hay muchas claves para adivinar el porqué de ese éxito, para empezar su diseño de libro de bolsillo que se podía leer un rato, pero que a su vez, por su propia estructura, permitía leer pasajes al azar para extraer mensajes sobre los que meditar y reflexionar. Por otro lado, se trataba de un relato sencillo, que podría leer incluso un niño, si no se buscaba más, era una historia con su inicio, su desenlace y su final, una especie de cuentecito accesible a todo el mundo. Ahora bien, y ahí se inicia el secreto de «Juan Salvador Gaviota», detrás de esa historia liviana solo en apariencia, cada vez que se leía, se encontraban nuevos escenarios, nuevos retos, formas diferentes de entender sus pasajes y obviamente, se generaban más reflexiones, más mensajes para uno mismo. De ahí que, como he comentado antes, leer el libro o ver la película por primera vez no es más que una fase de iniciación, cuanto más consumes más maduras.

Richard Bach, con formación en aviónica, ideó un relato metafórico en torno al vuelo de la gaviota en el que convergen conceptos como la libertad, el sacrificio, la superación, el honor, la alienación…, y son solo algunos de los innumerables temas que se pueden colegir de su lectura, son los primeros que me han venido a la mente.

Haciendo un resumen muy simple, Juan Salvador Gaviota (originalmente Jonathan Livingston Seagull, algo así como Juan Piedraviva Gaviota) es una gaviota que no se conforma con ser lo que es, se resiste a que su vida esté limitada y encuentra en el arte de volar más y más rápido su liberación. Expulsado de la bandada por salirse de las normas encuentra un nuevo mundo donde poder desarrollar su capacidad gracias al apoyo de otros de su especie. Él mismo, ya maduro, se dedica a encauzar a otros jóvenes que se encuentran con las mismas dificultades que él ya afrontó.

Es evidentemente una metáfora del hombre, cómo si no, de un hombre que no se conforma con formar parte de una existencia previsible y decide aspirar a más, aun en contra de lo establecido, aun asumiendo su soberbia, tal vez engreimiento, pero su liberación es lo que le permite triunfar. Juan Salvador Gaviota es autodidacta y piensa que no hay mayor tragedia que hacer lo que hacen los demás, aunque los demás, su mundo, nuestro mundo, se empeñen en que todo debe seguir igual para que ¿los que mandan sigan mandando perpetuamente? En fin, probablemente también esta sea la primera reflexión que se me ha venido a la cabeza y también expresada a vuelapluma (digital).

¿Se podría ver la película sin haber leído el libro? Lo cierto es que sí, pero vista la rapidez con que se lee el libro, yo recomendaría hacer el recorrido lógico, o sea, primero libro y luego película. Ahora bien, el que se enfrente a la película directamente probablemente se sorprenda de su contenido, porque la perspectiva se altera, en tanto en cuanto que a los mensajes del libro se le añaden imágenes evocadoras. Igual no fue la mejor manera de plasmar toda la esencia del libro, lo cual era bastante complicado tratándose de un libro de autoayuda, pero encontramos esos estímulos que los cinéfilos buscan.

La película, del director estadounidense Hall Bartlett, es casi coetánea del libro, de 1973, porque el público pidió esa plasmación en la gran pantalla, y con mayor o menor acierto en cuanto a su adaptación, nos ofrece una bella película de naturaleza, todo un esfuerzo para la época la grabación en el aire (con helicópteros) de gaviotas haciendo piruetas increíbles, imagino que mediante muchísimas horas de espera y de ensayo error. Una belleza rematada por una banda sonora fantástica de Lee Holdridge, cantada con exquisitez por el reconocido Neil Diamond.

Esta vez no me voy a pronunciar sobre si me gustó o no, tanto libro como película, ciertamente que no soy muy aficionado a los libros de autoayuda, pero no traigo esta entrada aquí por mi mayor o menor aprecio, sino porque este fenómeno de culto merecía un hueco en este blog, que trata de rescatar alguna joyita de las humildes vivencias de uno de las que se hablan poco ahora y fue un boom hace unas décadas.

No podía acabar sin repescar alguna de las frases del libro, no sé si es la mejor, ni tampoco me he puesto a valorar si las puede haber mejores, pero a mí me gusta: «Rompe las cadenas de tu pensamiento, y romperás también las cadenas de tu cuerpo».

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