"DIME QUIÉN SOY", DE JULIA NAVARRO

Difícil de calificar este libro; confieso que cuando mi compañera de trabajo y amiga Marisa me lo dejó, creo que a principios de año, sospeché que no iba a ser una lectura fácil, o lo que es lo mismo, estaba lejos de ser una lectura rauda. Y es que 1.100 páginas y de letra un tanto menuda, contemplan a esta novela de la periodista Julia Navarro.

Lo de las 1.100 páginas es como para atreverse, como para ir ganando la batalla día a día, y hacer también en alguna jornada intensiva un esfuerzo por avanzar con presteza, porque si no el libro es de esos que te come la moral, porque empiezas a hacer disquisiciones acerca del momento en el que empezaste y cuándo tendrás redaños para acabarlo, y te puedes agobiar.

Pues eso, partiendo de mi proverbial empeño por no abandonar un libro del que comienzo a leer las primeras 50 páginas, y que también tengo la virtud de que cuando llevo unos dos tercios del relato entro en barrena y ya tengo que acabar en pocos días, decidí hace apenas una semana que ya llevaba mucho tiempo haciendo bulto en la mesita de noche, que lo hacía, acompañando a una horda muy seria de otros compañeros que también desean que les ofrezca mi tiempo para ser oportunamente devorados, y ya lo acabé.

Pero bueno, ya digo que lo de las 1.100 páginas asusta, y es que no exagero si digo que la extensión de «Dime quién soy» es tan sublime que puede estar muy cercana a la de la primera parte del Quijote, ahí es nada.

Y entre tanta página, y tantísimo contenido, he de manifestar que la novela me produce sensaciones encontradas, no está mal del todo y seguro que hay críticas más que favorables que la mía para todo lo que fue un best seller el año de su publicación en 2009, pero me parece que si la autora la hubiera sometido a una cura de adelgazamiento a buen seguro que los efectos literarios y mediáticos no se habrían separado excesivamente del resultado obtenido por este trabajo, y los lectores lo habríamos celebrado. Luego hay otros elementos que me han dejado algo disconforme.

Y puestos a elegir, con tanta densidad narrativa, si yo tuviera que prescindir de partes o episodios, a mí me parece que el primer tercio del relato es un poco pesado, lento, con mucha trama no demasiado relevante que prorroga la verdadera esencia de «Dime quién soy», que es la de una historia llena de acción.

Ciertamente que siguiendo los cánones del mejor estilo, Julia Navarro va haciendo crecer la novela en intensidad página a página hasta el desenlace final, aunque se recrea a veces en episodios que podrían haberse obviado o en diálogos que tampoco aportan detalles especialmente sólidos.

Entrando en el meollo, se me hace raro tratar de hacer una crítica a la par que una somera reseña de esta novela sin desvelar algunos datos que muestran alguno de los secretillos de la misma; no obstante, sin ánimo de destrozar su lectura a quien todavía no se ha atrevido a abordarla, tengo que decir que sin perjuicio de que yo cuente alguna leve idea de en lo que consiste, la autora ha tenido la virtud de tachonar de secretos y sorpresas toda la obra, por lo que nada de lo que yo cuente será más que una mínima animación para leer y no para fastidiar.

Hay un velado secreto que se esconde en la obra desde el inicio, y hace unas semanas casi me lo suelta en un hospital una enfermera al ver que estaba leyendo el volumen (tómese el sustantivo en el sentido corpulento y abultado del mismo), pero más allá de ese, es la potencia creciente del personaje protagonista el que hace que de la mitad de la obra hacia adelante el ritmo se convierta en frenético, más interesante y nutritivo para este modesto lector.

En realidad, la novela se configura como una historia dentro de otra. Un joven periodista de nuestro tiempo es casi forzado por su tía para descubrir el pasado de su bisabuela, un personaje misterioso que abandonó a su abuelo de muy pequeño y del que la familia no conoce apenas, más que por una foto de juventud.

Este joven se adentra en un auténtico laberinto histórico, construyendo la apasionante biografía de su abuela, desde los años previos a la Guerra Civil española hasta 1989. Tal joven llamada Amelia Garayoa, decide de forma prematura en su vida abandonarlo todo por amor y por ideales, y dejar una existencia acomodada, su familia tenía negocios, a su marido y a su hijo de corta edad.

Partiendo de unos ideales comunistas, Amelia vive con intensidad los acontecimientos más relevantes de los últimos dos tercios del siglo XX en el mundo, siempre con el soporte de algún hombre al que parece amar, aunque este es un aspecto que no explota excesivamente la autora, y codeándose con personajes reales o inventados de los que tenían en su mano cambiar el signo de los acontecimientos en esos años convulsos.

En esta peripecia vital, Amelia viaja por medio mundo: París, Buenos Aires, Moscú, Londres, México, Varsovia, Roma, Atenas, El Cairo o Berlín (seguro que me olvido de alguna urbe), y fundamentalmente sus aventuras giran en torno a la 2ª Guerra Mundial, en la que Amelia Garayoa actuará como espía británica; y a todo esto, a lo largo del libro se jalonan las visitas a España, a Madrid, para ver a su familia, la parte que le queda tras los efectos devastadores que ha provocado en ella la Guerra Civil, y en las que trata de ver aunque sea de lejos a su hijo, que crece sin conocer a su madre.

Las vicisitudes por las que atraviesa son de tal calibre que sufre todo tipo de atrocidades. Es una mujer sufridora, pero una mujer valiente, que pese a su apariencia frágil, el tiempo la convierte en un ser coriáceo, prácticamente frío. De hecho, Julia Navarro casi nos quiere transmitir que Amelia Garayoa es un ser impenetrable, porque sus amoríos son más platónicos que pasionales.

Ese es uno de los detalles que no me convence, los hombres son un soporte más que una necesidad natural, los hombres se enamoran de ella, pero ella no termina de darse del todo, o sí, tal vez lo haga a su manera. Por tanto, hay que concluir con que son los ideales los que mandan en Amelia, pero tampoco son firmes, porque empieza siendo comunista y termina combatiendo a los comunistas, tal vez sea de lo más paradójico de la novela. Tiene unos principios, pero también tiene otros…, como decía el genial Groucho Marx.

Tal vez tengo el defecto de que cuando leo novelas de perfil histórico, busco cimentarme en la realidad y la historia en sí me deja una serie de contradicciones. No ya solo inventar el recurso de un periodista en una búsqueda alocada, la de ir visitando cada una de las ciudades en las que su bisabuela dejó su huella, sino la propia historia de esta, no es creíble del todo, la veo tan rebuscada, una vida tan al límite, de un engaño tras otro, de verdades a medias, tan lindera con la muerte que me deja un poco vano. Y con una vida tan apasionante, que tal celebridad sea desconocida para su familia, resulta algo chocante.

La autora compensa todo esto, en mi modesta opinión, con una magnífica redacción y con episodios, especialmente de la mitad de la obra en adelante, que son marcadamente cinematográficos y que entretienen, no lo puedo negar.

Y es que ya he podido ver que se prepara una serie de televisión con Movistar + al frente, con toda seguridad va a salir un producto muy apetecible, porque con la condensación de los guiones, Amelia Garayoa va a resultar un atractivo personaje para el telespectador.

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