"LA HUELLA DEL CRIMEN", DOCUMENTOS HISTÓRICOS DE LA CRÓNICA NEGRA ESPAÑOLA

«La historia de un país es también la historia de sus crímenes, de aquellos crímenes que dejaron huella», con esta frase un tanto lapidaria y una música inquietante comenzaba una serie de TVE que a lo largo de varias temporadas y episodios ha ido llenando de vez en vez nuestra pequeña pantalla.

Una serie con producción de Pedro Costa y que a lo largo de sus tres temporadas ha generado un total de catorce capítulos, independientes entre sí, y una película. Pedro Costa ha utilizado siempre un hábil formato de distribuir sus guiones entre diversos directores, incluido él mismo, para darle más juego a la serie y que no se solidificara.

La primera temporada fue en 1985, la segunda en 1991 y la tercera en 2009. La cercanía en el tiempo de la tercera entrega, con crímenes contemporáneos, nos puede hacer pensar que la serie, en este sentido, no está cerrada, y teniendo en cuenta el largo período de tiempo que pasó entre la segunda y tercera temporada, es posible aventurar que Pedro Costa, mientras tenga fuerzas, ilusión y oportunidad, podría seguir intentado ampliar la colección de esta mítica serie.

Pero qué era «La huella del crimen»; pues Pedro Costa no tuvo que tirar más que de hemeroteca y de la memoria general de los españoles, para generar una serie de crónica negra, en la que se repasaran los crímenes más funestos de la historia española del último siglo. Esos crímenes que también forman parte de una España tétrica y cruel y que constaban en el imaginario colectivo de generaciones precedentes, pero también de la nuestra. Si Pedro Costa quisiera seguir hoy con la serie no tendría más que acudir, ya no tanto a las hemerotecas, y sí a las los telediarios y tertulias televisivas para apuntar nuevos asesinatos que no caben en cabeza humana para seguir alimentando este proyecto; se me ocurren a bote pronto Puerto Hurraco, el asesino de la katana, y los más recientes, el caso José Bretón o el caso Asunta.

Los crímenes más antiguos tuvieron mucha relevancia en su época, en la primera temporada (1985) se puso sobre la mesa esos asesinatos con mayúsculas que, dado el momento en que se produjeron, hicieron que los presuntos asesinos, no se puede decir que en todos los casos estuviera clara su autoría, terminaran sus días sufriendo alguna de las formas de aplicación de la pena capital en España, generalmente el garrote vil. Esos casos que, en el momento de su suceso, tuvieron toda la repercusión que se podían permitir, es decir, prensa, radio y mucho boca a boca.

En la segunda temporada (1991) tomaron cuerpo otros crímenes clásicos que habían quedado pendientes en la primera entrega; y la tercera temporada (2009) refleja ya casos contemporáneos, acaecidos en la década anterior, así los más sonados en el tiempo como el de Anabel Segura, el crimen de los marqueses de Urquijo, y el asesino del círculo. Con un ligero distanciamiento en el tiempo, pero también con el recuerdo de la opinión pública aún presente por eso digo que no descarto que en el futuro pueda ver la luz una cuarta temporada.

Únicamente hay un elemento que pudiera retrasar indefinidamente este cuarto esfuerzo y es que mientras que en la primera y segunda temporada las audiencias fueron muy buenas, en la tercera, con el igualamiento de audiencias entre televisiones públicas y privadas, estas fueron más pobres, y el hacer un producto que maneja un presupuesto importante para que no se rentabilice con un número mínimo de televidentes, es una apuesta muy arriesgada.

A este respecto hay que decir que la pena de muerte, aun estando presente en nuestra legislación hasta el régimen franquista, no se puede decir que fuera una medida ampliamente utilizada, y son en realidad casos contados, los que tal vez por su relevancia o por su ejemplaridad, a los que se les aplicó esta. De hecho, no sólo encontramos en la serie el caso de la última mujer que murió en el garrote vil, Pilar Prades en 1959, por el caso de las envenenadas de Valencia (el último hombre fue Salvador Puig Antich en 1974, hay una película), sino que también los encargados de ejecutar tan terrible encargo, los verdugos, son habas contadas, funcionarios del escalafón más bajo de la administración de justicia, que cogían sus bártulos y acudían a aquel lugar de España donde se les requería; en Internet se pueden encontrar las biografías de esos pocos verdugos que hubo en nuestro país, una figura que dio lugar, por cierto, a una entrañable película de los años 60, una joya de nuestro cine, que sería dirigida por Luis García Berlanga.

En cuanto a la veracidad de las historias, hay que señalar que la mayoría son casos reales y lo que se cuenta en el guión trata de ceñirse de forma más o menos fiel a lo que ocurrió. En este sentido, los casos, aun teniendo su valor artístico, tienen un muy especial valor historiográfico. Y es que aunque los guiones están muy bien elaborados, a veces no se les podía dotar de mayor espectacularidad para no menoscabar el relato fiel de los hechos; aun así algunos de sus capítulos sí que se separan con más o menos distancia de la realidad, atendiendo a lo claro o no que hubiera quedado reflejado en la historia el caso. En este sentido, en algunos casos se deja abierta la puerta de la duda sobre la autoría real de los crímenes por parte de los que finalmente pagaron por los mismos.

Y alguna controversia dejó en la sociedad algunas de estas interpretaciones de los asesinatos, particularmente parece que la familia de Pilar Prades llegaría a demandar a Pedro Costa, pero finalmente no llegaría a buen puerto.

En cuanto a la producción propiamente y el dinero gastado en todas estas entregas, hay que decir que se percibe un gasto importante, no sólo en decorados, exteriores, vestuario y extras, sino que al menos en la primera y segunda temporada aparecen actores y actrices bastantes reconocidos, no tanto en la temporada tercera, donde la calidad no varía quizá si el dinero invertido y el equipo actoral ya no es tan popular.

Como he dicho, hubo uno de los capítulos que se desgajó de sus hermanos, pues en principio la que luego sería la película «Amantes» de Vicente Aranda (1991), se le vio contenido como para ofrecerle el privilegio de subirla a la gran pantalla, no sé si con mucho éxito, porque la película está bien hecha, pero hay muchos detalles que no me cuadran, está un poco coja.

Finalmente hay que señalar, que ya desde el principio se utilizó un formato, en cuanto a su duración, copiado de los EE.UU., es decir, con capítulos de algo más de una hora, permitía o emitirlo de una sola vez, con los correspondientes anuncios que antes se gastaba TVE podría ocupar esa franja crítica de después de las 22.00 h. hasta medianoche, o incluso partirlo y hacerlo en dos raciones; en todo caso, si no recuerdo mal, se emitió de una sola vez, o sea, en una sola sesión.

Pues eso, recomiendo esta serie a los aficionados a la crónica negra española, que sigue estando muy en boga, y que sigue y seguirá llenando muchas horas de nuestra televisión; y que por cierto, continúa siendo el objetivo de las productoras, puesto que hace poco hemos conocido que TVE va a emitir una serie titulada «El caso», relativa a aquel mítico periódico semanal donde aparecían los casos más truculentos y extraños de la España profunda, estaremos atentos también para ver si responde adecuadamente a las expectativas.

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