"EL DÍA DESPUÉS" ERA EL DÍA ESPERADO POR LOS FUTBOLEROS

Yo andaba estudiando en Granada y aquello se vendió como la revolución en televisión, un nuevo canal, una nueva manera de enfocar el producto y, sobre todo, un nuevo concepto: se trataba de Canal Plus. Para empezar el concepto más novedoso y que hasta ese momento jamás habíamos visto los televidentes era que necesitabas un descodificador para acceder a la mayoría de sus contenidos o de lo contrario lo verías todo borroso, o lo que era lo mismo, que lo verías con unas rayas y unas voces espantosas, imposibles de sacar nada en claro.

En Granada, lo recuerdo bien, había unos coches de publicidad con un enorme remolque sobre los que posaba una pantalla gigantesca donde se difundían las exquisiteces de este modernísimo canal de televisión. Aquello verdaderamente llamaba la atención, parecía realmente lo último, nuevas voces, perspectivas inéditas en televisión, las últimas películas, el mejor partido de fútbol de cada fin de semana, los toros y hasta una película pornográfica.

Con lo de los toros (echaban todas las corridas de San Isidro), estos de Canal Plus fueron los primero en acuñar el término «cámara superlenta», aparte de unos primeros planos de los lances que nos adentraban en una nueva dimensión de este arte, arte para algunos y tortura para otros.

Lo de la película pornográfica tenía su aquel, el que más o el que menos ha sentido la curiosidad de observar esos movimientos mecánicos y repetitivos, casi petrolíferos, que se adivinaban entre las rayas de la tele. Aquello tuvo sus fieles seguidores, recuerdo que salieron estadísticas de telespectadores siguiendo esas películas incluso codificadas, cifras nada despreciables. Es más, salieron los que señalaban que entornando los ojos se veía mejor. Total era una curiosidad que realmente a mí no me ofrecía más allá que la sonrisa de ver algo imposible de interpretar.

Eso sí, aquellos usuarios que contrataron el Canal Plus daban envidia a los demás porque tenían el partido del domingo, y aquello sí que era una gozada. Si el fútbol es un espectáculo por sí mismo, las realizaciones de este canal le daban un atractivo añadido. Tenían más cámaras que nadie, vistas del terreno de juego que nunca se habían adoptado por las realizaciones convencionales, cámaras que seguían a jugadores concretos con gran nitidez y otras que enfocaban directamente al graderío, al público.

Corría el año 1990 y uno tenía ilusión de ir a ver el fútbol a casa de alguien que tenía más posibles que tú, a la par que tú probabas inútilmente a teclear el dígito del mando en tu casa (en mi casa y en muchas el 4) por si alguna vez a los de Canal Plus se les había olvidado codificar la señal y tú te aprovechabas. Pero eran exactos como un reloj suizo, los prolegómenos eran en abierto hasta que el árbitro señalaba el pitido inicial, entonces todo terminaba, o sea, a escucharlo en la radio.

No sé si surgió un leve hálito de condescendencia por parte de Canal Plus, pero aproximadamente un año después del inicio de sus emisiones, el programa «El día después» paso de ser codificado a ser abierto. Fue un impacto ya que un programa que analizaba la jornada concluida de la liga española de fútbol los lunes por la tarde – noche y que estaba en el extremo opuesto a «Estudio Estadio» ya era mucho adelanto. Así que comenzó a correr como la espuma este nuevo programa y yo me enganché de inmediato y estuve durante algunas temporadas siendo un fiel seguidor.

El alma del programa no era, curiosamente, su presentador, sino el colaborador o segundo presentador, se trataba de Michael Robinson, un buen jugador inglés no una estrella, que había militado en el Osasuna. La característica fundamental de Michael es que realizaba comentarios muy acertados y pedagógicos, con alguna broma del perfil humor británico, decorado todo con una pronunciación del español lindera con lo espantoso. Robinson es el típico extranjero que conoce el idioma perfectamente pero no tiene preocupación por mejorar su pronunciación, de hecho, ahora hablar igual que hace veinte años; aparte de fondón, es decir, poco preocupado por hacer deporte.

El mejor contrapunto a Robinson lo protagonizaba el presentador Nacho Lewin, un periodista curtido en la radio que manejaba el programa con muchísima profesionalidad, e intercambiaba momentos serios con otros en los que sacaba punta a algunos de los colaboradores.

La novedad del programa es que era un programa de fútbol que no echaba los reportajes de los partidos de la jornada del fin de semana, es decir, rompía con el formado caduco de «Estudio Estadio» (que aún se mantiene aunque con variables), e introducía secciones muy interesantes. Probablemente la que más llamara la atención a los televidentes era «Lo que el ojo no ve»; y es que gracias al impresionante despliegue de cámaras, y algunas de largo alcance, que Canal Plus hacía en un montón de campos de juego era capaz de no perderse detalle de lo más curioso que se veía en la grada, naciendo personajes entrañables que seguro que sin la existencia de este programa no hubiéramos descubierto nunca, como por ejemplo la abuela del Betis. Pero además, estas cámaras curiosonas se metían por todos lados y eran capaces de captar lo que el árbitro hablaba con los linieres; es célebre aquel «No me jodas Rafa, ¿qué has pitado?» o algo similar; y también recuerdo un monumental rapapolvo que Benito Floro le echó en el vestuario a su equipo cuando era entrenador del Real Madrid y perdían al descanso en un campo de un conjunto modesto.

Esa sección no sólo estaba dedicada al reconocimiento de los grandes, no. El programa tenía la gran virtud de acudir a otros focos de la noticia, aunque esa noticia estuviera en un partido de regional, o de 2ª B, eso era muy bonito.

Por otro lado, también tenía «El día después» un espacio dedicado al análisis de las estrategias, y del mismo modo, vimos por primera vez el uso de ordenadores adaptados a los posicionamientos en los terrenos de juego. Veíamos esas pizarras electrónicas que ahora se utilizan en los colegios y los expertos nos hacían observar esas estrategias, las posiciones de los jugadores, los marcajes, las virtudes de los equipos y también sus huecos. Era, sinceramente, una buena manera de entender más del fútbol, es más pienso que a día de hoy no ha llegado la revolución informática a este deporte como en otros, donde la existencia de programas informáticos que analizan jugadas, espacios y movimientos están muy presentes; en el fútbol sigue siendo todo más analógico.

Por supuesto, también había espacio para la moviola, en la sección «Lo que el árbitro no ve», donde el inefable Ramos Marcos ejercía de abogado del diablo de sus antiguos compañeros, y sacaba a relucir sus errores o sus aciertos.

Y aparte de todas estas secciones, había algún espacio para entrevistas, algún reportaje especial, a veces noticias en directo, cualquier detalle que hacía sin lugar a dudas a este programa muy dinámico y entretenido.

Se tiró muchos años el programa con este formato, hasta 2005, pero las circunstancias de la vida me hicieron abandonar el placer de verlo, pero en esos primeros años, a partir de 1991, era un asiduo seguidor. Al parecer desde 2009 goza de una segunda etapa en Canal Plus, pero es que ese canal ya no es generalista y hay que pagar para verlo, así que adiós, hasta siempre y feliz recuerdo del genuino programa de los años 90, qué buenos ratos.

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