"TERESA DE JESÚS", UNA SERIE IMPRESCINDIBLE Y DE RABIOSA ACTUALIDAD

Cuando me enteré de que Concha Velasco sufría cáncer, reflexioné como siempre reflexiono acerca de la endeblez de nuestras vidas, pendiendo de un hilo que ni siquiera puedes controlar. También pensé en su figura escénica, una actriz polivalente con un físico imponente que casi no nota el paso del tiempo. Una gran profesional que abarca a numerosas generaciones que han podido apreciar su buen hacer, sin que en ese transcurrir del tiempo su protagonismo haya menguado ni un ápice.

Pues sí, polivalente, lo mismo la veías cantando, en una comedia, en alguna serie de televisión, en alguna película dramática e inevitablemente metida en algún sarao mediático de esos que la telebasura maximiza hasta la saciedad, cuando realmente cualquier famoso tiene derecho a tener sus desavenencias familiares como cada hijo de vecino sin que a nadie tenga que importarle, de hecho, a mí no me importa.

Y estando siempre Concha Velasco en la cresta de la ola de cada generación, si hay algún papel dramático que la encumbró definitivamente como una inmortal bestia de la escena, fue el que protagonizó en esta serie «Teresa de Jesús». Muchos le habrán reprochado sus ideales de izquierda, apoyó al PSOE en alguna campaña electoral, y tal vez no le perdonen esto, y quizá se piensen que por el mero hecho de pensar como le dé la gana, eso le va a impedir meterse en los papeles con la máxima dedicación.

Además, el recordatorio de esta serie, sin haberlo buscado, coincide con el V Centenario del nacimiento de la santa, que aunque será el próximo 2015, en realidad, los actos conmemorativos ya se han iniciado oficialmente. No estaría de más que Televisión Española repusiera esta serie por su contenido histórico, y como modo también de ensalzar la gran figura de una mujer, probablemente la primera mujer famosa en este país; y es que como leí hace no mucho al vicario general de la Orden del Carmelo Descalzo y responsable de la Fundación V Centenario, el cual señalaba que si Santa Teresa de Jesús viviera hoy sería una defensora de la mujer, yo doy fe de que eso sería auténticamente así.

Sin duda, Concha en ese papel en el que encarna a Teresa de Jesús está soberbia, este es un calificativo, pero habría muchos más. Supo sacarle el jugo a un personaje que no era fácil y se habrá quedado en la retina de los televidentes españoles la figura de la religiosa castellana vinculada al rostro duro de Concha.

La caracterización no sólo es excelsa, sino que la batería gestual que derrocha esta actriz se impone sobre el resto del equipo actoral, y mira que este es bueno. Cuando digo que se mete de lleno es algo tan patente como que, ante todo, la serie es profundamente fisonómica, la directora Josefina Molina, quiere contar una historia, pero a buen seguro que también quería dar un máster acelerado de expresiones y vivencias a través de los rostros de sus personajes. Tanta importancia tienen las escenas generales como los primeros planos, todo ello con un cuidado equilibrio.

La serie tiene un metraje adecuado, con ocho episodios de unos cincuenta minutos de duración; en la misma se narra la vida de esta santa, desde que prácticamente coge los hábitos de monja y rebasada por experiencias naturales y una gran vida interior, desemboca en una profunda relación con Dios.

No se excede Josefina Morales en las escenas en las que se dan esas situaciones sobrenaturales, pero cuando las hay la carga emocional y de tensión a la propia vez es muy relevante, es palpable, sin estridencias.

Y es que efectivamente, goza de importancia crucial en la serie la figura de Teresa de Jesús, que es una vida no sólo de lucha interior sino de fortaleza exterior. Es una mujer de armas tomar, como la llamaríamos hoy, capaz de enfrentarse a todo el que se inmiscuyera en los asuntos de su congregación; y eso en el final de la Edad Media era algo inaudito. No sólo tuvo que enfrentarse a la Inquisición, sino a otras religiosas, al pueblo y al poder económico. Por aquel entonces, la Iglesia tenía mucho poder y el pertenecer a un convento era una forma de vida y no necesariamente tenían que tener unas virtudes especiales sus integrantes, ni vocación; Santa Teresa es capaz de atisbar, como si fuera una adelantada a su tiempo, las incongruencias que acaecían en esos lugares de recogimiento, reflexión y oración, lo que la condujo a la radical renovación de su orden.

Es impactante, y es uno de los puntos más críticos de uno de los episodios, cómo se enfrenta con la princesa de Éboli, persuadida a sí misma de que sus suculentas contribuciones a la orden, le permitían disponer de una especie de patente de corso para hacer y deshacer a su antojo.

Esa raza que desprende Teresa a través de Concha Velasco se compensa con la dulzura con que trata a sus hermanas, a la paciencia con la que tiene que luchar contra la maledicencia de la gente, a la admiración que siente por sus directores espirituales...

Sin tal garra no se entiende cómo pudo crear en una época donde las condiciones era tan precarias una estructura espiritual y una infraestructura conventual tan impresionante.

De hecho, buena parte de la serie es un recorrido por los conventos que fundó, trascendiendo que participaba en primera persona en los planos, revisaba obras, perfilaba presupuestos y, por supuesto, sacaba dinero hasta debajo de las piedras en pos de sus fines. Unas escenas en exteriores muy bien cuidadas y pulcras, máxime con la dificultad que supone el salto de varios siglos que provoca no pocos quebraderos de cabeza al localizar lugares que no estén modernizados.

La serie, por cierto, se inicia a partir de los diecisiete años aproximadamente de una joven Teresa que literalmente está muerta, se le administra la extremaunción, y se le hacen pruebas «fidedignas» de su muerte, a partir de su obvia recuperación (¿resurrección?). Ese fue un punto de inflexión para su vida llena de gracia y su estrecha relación con Dios.

En este recorrido de ocho capítulos nos acercaremos a la que fue nombrada como primera Doctora de la Iglesia Católica, y que cobra un especial protagonismo ahora, no sólo para homenajear a una Concha Velasco que hace el mejor trabajo de su carrera sin temor a equivocarme, así como por la actualidad de las celebraciones que se llevan a cabo ahora mismo del personaje histórico al que representa.

Comentarios