CHRIS SPHEERIS, OTRO GRIEGO GENIAL PARA LA NEW AGE

No sé cuántos años hace de esto, pero seguramente no menos de veinte. Eran tiempos en los que los aficionados a la música New Age éramos una minoría, más minoritaria aún que la existente en la actualidad.

Los que teníamos afección por esta música tratábamos de hacernos visibles para intercambiar nuestras cintas de casete, que alguien nos había grabado porque había conseguido una copia de no se sabe dónde. Así me pude hacer yo, a principios de los 90 del siglo pasado con una buena colección de discos de esos nuevos músicos que, por supuesto, ahora se queda chica bastando con asomarte a las puertas de Internet.

Pues tampoco recuerdo el cómo ni el porqué, aunque lo cierto es que tomé contacto con alguien de mi entorno con el que no tenía más allá de una relación profesional, y nos pasamos cintas mutuamente, es posible que yo le proporcionara alguna de Lito Vitale o Wim Mertens, y él algunas otras, de las que recuerdo con especial significado a un autor con nombre tan sonoro como el de Chris Spheeris; también recuerdo que me dijo que este compositor había creado su disco para honrar algún acontecimiento deportivo importante (un Mundial de Fútbol o unos Juegos Olímpicos), aunque este extremo no lo he podido corroborar.

Lo que transmite la música de Spheeris es fuerza, es una música dinámica que alienta el espíritu, porque no toda la New Age es música ambiental que se incorpora como un suave susurro a tu oído.

Pues nada, con aquella aportación de ese conocido mío, y que aún lo sigue siendo hoy, aunque ya no hablo jamás de música con él, desde entonces tengo en mi mente la música de Spheeris, y desde luego, es una fantástica recomendación para ambientar una tertulia veraniega sin ruidos estridentes. Es un artista de la fusión, la que más predomina es la New Age, aunque también tiene música con aromas folk, algo de world music, jazz suave, destellos de sacralidad...

A este músico greco-estadounidense, nacido en Milwaukee (Wisconsin), ya se le vieron trazas desde bien jovencito, cuando realizaba sus propias composiciones con la guitarra. Pronto dio el salto y se asoció en su época universitaria con Paul Voudouris al que debe mucho, pues sus mejores melodías están hechas a dúo con él.

Cuando inició su carrera en solitario su música progresó hacia una mayor complejidad, con un incremento en la presencia de ordenadores. Y desde ahí al estrellato de su sector y al anonimato de las masas, porque su música ha estado en televisiones, radios, en campañas comerciales, en competiciones de patinaje sobre hielo, en documentales, en telenovelas; una música sin pretensiones pero a la vez profunda.

Por cierto que la fusión con la música folk no es baladí, no en vano, Spheeris acudía con su familia muchos veranos a su Grecia, y se impregnó de la esencia de sus músicas tradicionales y muy particularmente de aquellos cantos que tenían lugar en las iglesias ortodoxas.

No obstante, los que le conocen observan en la música de Chris unas influencias tan variopintas como las de Los Beatles, Génesis, James Taylor, Cat Stevens, Talking Heads o Joni Mitchell y, por supuesto, como buen griego, también del gran Vangelis, aunque nunca podrá alcanzar su popularidad.

Más de veinticinco años de buenísima música New Age contemplan a Chris Spheeris en un suma y sigue constante, que por el momento no tiene final, por fortuna, y donde ha ido muchas veces unido, aparte de con Voudouris, también con Chip Duncan, Robert Cory o Russell Bond. Un repaso a su carrera ofrece diferentes fases que sería muy meticuloso de precisar, pero someramente se puede decir que hay interculturalidad, romanticismo, intimismo, exotismo y espiritualidad.

Igualmente la versatilidad de sus composiciones ha permitido que el legendario rapero Raekwon versionara tres temas suyos, en ese intento de algunos intérpretes por aprovechar la inherente calidad de las músicas de vanguardia.

Desde su particular centro de inspiración en el desierto de Arizona, donde tiene su hogar, Chris no para de viajar y evolucionar, su música no cesa de recoger influjos y en unas últimas declaraciones señalaba: «A pesar de que mi música es de carácter abstracto, y no pretende transmitir un mensaje en particular, soy muy consciente de la influencia mágica y poderosa que la música puede tener sobre el oyente, por esta razón, llevo conmigo la responsabilidad de lo que comunico a mi público».

Él siempre señala que sus padres lo animaron a los viajes y a permeabilizase de la experiencia de otras culturas, de tal manera que adonde iba recepcionaba sonidos que se convertían para él en todo un vocabulario de sonidos exóticos y motivos musicales. Y efectivamente, como él afirma, aunque su música no tiene letra ni mensaje, habla directamente hacia y desde el espíritu humano.

En esa fusión tiene una composición bellísima, tocada con piano y guitarra denominada curiosamente «Andalu», aunque yo particularmente me quedo con dos temas suyos «Fields of tears» y «Enchantment».

Como es normal, Chris se ha sentido siempre olvidado de los medios de comunicación, pero invito a la gente a que se deje atrapar por su música y entienda si no son ciertas la belleza y espiritualidad de sus melodías.

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