COYOTE OLDMAN, LA LLAMADA DE LAS FLAUTAS ANCESTRALES

Vuelvo hoy a la despensa de la música New Age, a Estados Unidos, pero esta vez lo hago con un curioso grupo que ha conseguido fusionar como pocos las músicas tradicionales e instrumentos de ese país, con la atmósfera espiritual y tenue de los sonidos de vanguardia.

Efectivamente, los estadounidenses, llamados popularmente por generalización americanos, se sienten orgullosos de su país, con independencia de donde hayan nacido o de sus orígenes, y la mayoría enarbola banderas en sus casas sin temor a ser tachada de nada, algo impensable en España (aunque con esto de los triunfos de «La Roja», se ha dulcificado la concepción facha de amar a tu propia bandera). Por extensión, los estadounidenses mantienen un idilio sentimental con su breve historia y nos la recuerdan por doquier en películas, series de televisión, anuncios, etc.; con lo que la venida de un grupo como Coyote Oldman que fue capaz de aunar tradición y modernidad, tenía todas las trazas de ser un proyecto bienvenido.

He querido aprovechar la cercanía en el tiempo de uno de los días más señalados para las familias estadounidenses, como es el Día de Acción de Gracias, que este año se celebra el próximo jueves, para aproximar este grupo que exalta las raíces de su país.

Echo de menos que en España no abunden fusiones de este carácter en la New Age, no que no las haya, pero que se profundice más, es aún una asignatura pendiente. Los intentos que se hacen en el sur, en mi sur, son apelando siempre al folclorismo, al flamenco, con intentos nunca bien engrasados de acoplar con músicas árabes. Sin duda, bajo mi punto de vista, lo que más se acerca a poner en valor el acerbo cultural hispano a través de la New Age, está en el norte con grupos como Luar na Lubre, o los gaiteros Hevia y Carlos Núñez. Por cierto que, hablando de asignaturas pendientes, todavía no he sacado en mi blog un grupo o compositor español y lo voy a poner a cocer en mi mente.

Pues bien, Coyote Oldman, que suena un poco jocoso es, en realidad, un dúo de músicos de New Age, compuesto por los instrumentistas de flautas nativas americanas Barry Stramp y Michael Graham Allen. Al parecer el nombre Coyote Oldman sugiere el arquetipo del pícaro o embaucador en la mitología indígena norteamericana.

Parece ser que a ambos les unió un sentimiento, digamos alternativo, pues se conocieron en una tienda de comercio justo en el marco de una feria de artesanía en 1981 en la localidad de Oklahoma City e idearon este proyecto musical tan curioso.

Técnicamente su música es New Age electrónica, pero han fusionado en una música puramente ambiental donde aparecen guitarras y teclados, los rasgos de lo autóctono: zampoñas, ocarinas y flautas de los nativos americanos; sin desdeñar una evolución tecnológica donde están presentes flautas procedentes de Asia, niponas e hindúes, también sudamericanas, entre otras.

Podríamos decir que se unieron para este proyecto musical desde dos puntos de partida diferentes, Barry Stramp es un hombre formado musicalmente a través de lo que en España sería un conservatorio; mientras que Michael Graham Allen es más autodidacta, ya que era fabricante de flautas hechas a mano y como tal fue aprendiendo a tocarlas y afinarlas gracias a su oficio, sin maestro, documentándose con bibliografía y visitando museos y colecciones a lo largo y ancho de Estados Unidos. Además, en una incesante evolución, sus flautas, externamente tradicionales y ancestrales, fueron incorporando algunas innovaciones musicales para hacerlas más prácticas y abarcar muchos más sonidos y posibilidades.

De algún modo, Stramp es el modernista y Allen el tradicional, en lo que viene siendo una cohesión perfecta.

La música de Coyote Oldman es una melancólica, dulce y suave mezcla de tecnología y cultura, es decir, se afanan en buscar los sonidos del pasado y rebuscan en la historia para construir flautas, totalmente artesanales, que se tocaban por los nativos hace siglos y que casi habían caído en el olvido. Esa comunidad de sentimientos fue la que los hizo explorar en este proyecto que tiene, amén de la vertiente musical, otra cultural pues las flautas que ellos mismos tocan y fabrican las venden en su web, hay muchos modelos y muy vistosos, por cierto.

Es más, las manos del artesano Graham Allen cuidan al detalle estas flautas y la tradición de sus ancestros, están hechas de madera de cedros de Arkansas, que además cortan expresamente para él unos amigos suyos, los Foster; son pintadas a mano con un tinte natural no tóxico. Pero todo ese respeto al pasado no rompe con la modernidad y son piezas sólidas para soportar el traqueteo diario, para que duren eternamente y para ser tocadas en cualquier sitio, lo mismo en una casa como en una sala de concierto. Además, partiendo de esa filosofía de comercio justo que mantienen los promotores de Coyote Oldman, venden sus creaciones a precios más que razonables, pues desean que la persona que adquiere una de sus flautas tenga la sensación de que recibe algo que es superior a lo que ha pagado. Yo ciertamente no entiendo de flautas pero, si realmente son para toda la vida, no parece que adquirir una flauta nativa por 120 euros (la más barata), que es para toda la vida y que es un auténtico instrumento musical profesional sea un precio sangrante.

Por cierto, que como ocurre muchas veces en la música New Age, alguna sintonía de radio y televisión donde suenan flautas, bien pudiera ser alguna composición de Coyote Oldman, porque se cifra que su música ha llegado a más de medio mundo.

Esta nueva introspección en la música norteamericana ha tenido algunos imitadores, pero este dúo es el genuino, pues logran un equilibrio perfecto entre el hombre y la naturaleza, la tierra y el cielo, el sonido y el espacio.

Desde 1987 hasta hoy han publicado doce álbumes, el último es de 2008. Si la escuchamos con atención observamos que no sólo es música nativa, es algo más, hay evocaciones a himnos medievales, música espacial o cósmica de este siglo, cantos tibetanos... Se trata, en definitiva, de una música ideal para la meditación, profunda y sugerente, angelical y preciosa.

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