SUMO, UN DEPORTE DE DIOSES (IV)


Harumafuji
Bueno, pues ya viene mi particular entrega de sumo de cada año. Ya sé que puede parecer raro, pero un día me dio por seguir esta disciplina y soy uno de esos, yo diría que no más de un centenar de aficionados españoles, que estamos al día de lo que ocurre en este deporte ancestral japonés.

En dos noticias se podrían resumir los últimos doce meses, la más importante desde luego es que el 2012 nos trajo un nuevo yokozuna (el 70º de la Era Moderna), el mongol Harumafuji (en la foto de cabecera) que, además, ha arrebatado la hegemonía en el último año al otro yokozuna, el también mongol Hakuho y, de hecho, de los últimos seis torneos oficiales, Harumafuji se ha llevado tres, por dos de Hakuho. La otra noticia lo es por su reiteración más que por su relevancia, en este deporte nipón sigue sin ganar un torneo un japonés y ya va para siete años, desde que Tochiazuma lo hiciera en el Torneo de Año Nuevo de 2006, es decir, se han celebrado cuarenta y dos torneos oficiales y los japoneses no han podido disfrutar con uno de sus luchadores recogiendo la Copa del Emperador. El público nipón se va acostumbrando pero no, de hecho, el sumo pierde popularidad año tras año por este motivo, aunque por alguno más; y es que con alguna distancia sería algo así como ver en lo alto del escalafón del toreo en España a matadores extranjeros, y no a uno sino a varios.

Y de verdad que este año sí que estuvieron cerca los nativos, especialmente en el atípico Torneo de de primavera celebrado en el Ryogoku Kokugikan de Tokio, y a la última jornada llegaron con opciones tres luchadores, dos de ellos japoneses, la eterna promesa Kisenosato y el irregular Tochiozan, junto con el veterano mongol Kyokutenho (37 años). De esas dos posibilidades de tres, todo salió al revés, Kisenosato perdería su último combate y no podría luchar en el desempate, en el encuentro final entre los otros dos se llevaría la palma el foráneo.

Es evidente, aunque parezca una verdad de Perogrullo que se acerca el momento en que un japonés se lleve la palma, aunque también es cierto que no se divisa un gran aspirante a yokozuna, es la diferencia entre ser buenos luchadores, que los hay, y ser luchadores brillantes. Los que lo vemos desde fuera achacamos esto a la falta de garra y combatividad de los luchadores nipones, o lo que es lo mismo, también es culpa del coraje y entrega de los sumotoris extranjeros que siguen inundando las dos primeras divisiones del sumo (las profesionales), esta sería una razón aunque habría algunas más. Por cierto, en 2012 se incorporó por primera vez en la historia un luchador del continente africano, el egipcio Osunaarashi, y como no podía ser de otro modo, ya está escalando con rapidez por los rangos más bajos del sumo, y a buen seguro que en breve estará en las categorías profesionales.

En todo caso, pese a que el sumo en Japón no vive una época dorada el ascenso a yokozuna de Harumafuji ha animado a los aficionados un poco este pasado año, por lo que comentaba de que le ha robado la hegemonía a Hakuho y que, además, Harumafuji responde a un patrón de luchador que llama mucho la atención a los apasionados de este deporte y a los menos duchos en esta disciplina, pues si alguien toma una imagen mental del sumo, tendremos a dos luchadores orondos ataviados con una especie de taparrabos; y Harumafuji pasa por ser curiosamente en la actualidad de los más livianos (129 kg.) entre los cuarenta y dos luchadores de la primera división, lo cual quiere decir que se enfrenta con hombres que tienen mucho más peso que él, pero su base de judo, su rapidez y su estrategia compensan su falta de peso. La verdad es que es espectacular verlo luchar sobre todo contra esos hombres grandes a los que doblega con gran eficacia.

Es curioso, pero lo que también denota la cultura japonesa es que lo mismo que encumbran a sus héroes, los defenestran a las primeras de cambio; y cuando hablamos de yokozunas, los nipones no se andan con chiquitas. Harumafuji cumplió con el requisito “legal” de vencer en dos torneos consecutivos siendo ozeki (el segundo escalafón del sumo) y en su primer torneo como yokozuna sus resultados fueron algo discretos, ganando nueve combates y encajando seis derrotas. Las vacas sagradas del sumo pusieron el grito en el cielo y comentaron que como tuviera un resultado más así, se plantearían degradarlo, en el caso de un yokozuna la degradación equivale a invitarlo a retirarse. Puede que al valeroso Harumafuji le pudiera la presión de su nuevo rango, pero al torneo siguiente, el pasado de Año Nuevo acalló a todos sus posibles detractores, imponiéndose con un contundente 15 – 0. A mí me gusta bastante, es relativamente joven, nació en 1984, y tiene todavía mucho que decir, creo que tiene poderío por lo menos para un lustro, y eso es darle mucha salsa al sumo.

En el terreno negativo hay una noticia que ciertamente me amarga un poco y es que una de las esperanzas europeas de alcanzar el máximo rango en el sumo, el estonio Baruto, hasta hace poco ozeki, ha tenido que bajar al tercer rango (sekiwake), a causa de las lesiones, especialmente la de su rodilla izquierda. Tuvo que retirarse en dos torneos seguidos siendo ozeki, y en el último como sekiwake podría haber recuperado el rango de ozeki si hubiera conseguido diez victorias de quince, pero sólo logró ocho, porque se notó que no estaba totalmente recuperado. Así que le toca empezar otra vez de nuevo para recuperar el rango de ozeki, es decir, esta es una regla no escrita: tiene que lograr el cómputo mínimo treinta y tres victorias en tres torneos. Es un luchador que me gusta mucho, grande pero no torpe, con mucha fuerza y que ya había puesto contra las cuerdas a los mejores. Vamos a ver como evoluciona su estado físico.

Hay una última noticia que quiero resaltar, negativa pero entrañable a la vez, y es que en el último torneo también se consumó, debidos a sus malos resultados la retirada de uno de los sumotoris más populares de Japón, Takamisakari, más conocido por Robocop. No era de los mejores, nunca obtuvo grandes resultados, pero su forma de acceder al dohyo y afrontar los combates, golpeándose el pecho y apretando las manos en un singular ritual, hacían las delicias de la afición nipona y mundial. A veces el sumo tiene estas cosas, no los mejores son los más queridos, y este ha sido un claro ejemplo de luchador de la clase media que ha sido admirado por el gran público. Con su retirada se va uno de los iconos del sumo, a ver si alguien ocupa su lugar.

Y termino como empecé, ¿qué nos va a deparar el 2013? Habrá que seguir la pugna entre los dos yokozunas y esperar a que caiga la breva este año y un japonés consiga un gran torneo, para eso tienen que fallar los dos grandes, y eso no es fácil.

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