GOOMER, UN VIVIDOR GALÁCTICO

El cómic no tiene que ser necesariamente un divertimento para niños, de hecho, los hay que van dirigidos al público no infantil; ahí está, por ejemplo, la revista satírica “El jueves” estandarte de las historietas, que repasan la actualidad de nuestro país a través de su humor ácido.

Y eso, que ha habido personajes de cómic que han tenido su éxito en el público mayorcito, porque directamente sus chistes y su temática no es fácilmente entendible por un niño, tal es el caso de Goomer, un viajero galáctico fondón, procedente de la Tierra que acaba en un planeta donde nada es lo que parece. Se trata de un personaje creado por la pareja de humoristas gráficos Ricardo & Nacho, el primero de ellos es el dibujante y a veces guionista, y el segundo sólo se dedica a los guiones.

Estas historietas nacieron allá por el año 1988, cuando un servidor ya dejaba la adolescencia y opositaba a ser un adulto de su tiempo, algo progre e intelectualoide, como muchos amigos de aquella época, que no éramos nada y nos creíamos ser todo. Pues en esa época progre pintaba mucho comprar un periódico los domingos con su suplemento; El País era el que más tirón tenía, no necesariamente había que leerlo (yo sí lo hacía), bastaba con doblarlo y llevarlo en la mano o bajo el brazo y que la gente te lo viera.

De vez en cuando sacaban algunos fascículos coleccionables con la revista semanal y eso era un acicate más si cabe para ser fieles a la cita dominical. Entre esas páginas del suplemento se encontraba “El pequeño País”, un espacio dedicado a los más pequeños del hogar para que se fueran aficionando a la lectura y compartieran con sus padres el placer de la lectura de un periódico. Entre esas páginas para la gente menuda se colaba este Goomer que a mí me impactaba y me hacía gracia a la vez. Ocupaba una página, no más, y no muchas viñetas, a veces sólo una; pero el cromatismo y la calidad artística de ese dibujo a todo color te obligaban a pararte y leer sus diálogos. En este sentido, el hecho de que a veces hubiera una viñeta o dos implicaba una gran concreción en sus chistes por parte de Ricardo & Nacho.

Y es que Goomer aparece un día en su vehículo espacial, como si de un camionero galáctico se tratara, y llega a un planeta donde sus habitantes no son humanos pero casi lo parecen por su forma de vida. La vida en ese planeta es exactamente igual que la que tendríamos en la Tierra pero con algunos matices, sus ciudadanos no son exactamente antropomórficos, son una especie de gusanos, amebas, pulpos, ranas, arañas, cucarachas…, con algunas variaciones genéticas.

Por supuesto, tienen una sociedad tan avanzada como la nuestra pero hay algunas particularidades; están sus habitantes, pero también todos los objetos cotidianos tienen vida propia, casi como unos ciudadanos más. A ver, pues el ascensor se va de cañas, las tarjetas de crédito lavan platos, tu diente postizo te saluda por las mañanas, las carreteras se comen a los coches que incumplen las normas, los coches se pelean entre ellos…, en cada historieta cualquier cosa cobra vida para hacer más desternillante y sorprendente su relato.

Pero Goomer se adapta a su nueva vida y lo hace al estilo macho ibérico algo chapado a la antigua, es decir, un poco crápula, guarrete, viciosillo, vago y aquí me las traigan todas; aunque pronto encontrará a su media naranja, Elma, que intentará ponerlo a raya y que sea un hombre de provecho, y no siempre lo conseguirá. Lo que no logrará es rebajar su barriga, pues Goomer es de los que se da a la buena vida aunque no tenga posibles.

Desde luego, las situaciones más disparatadas vendrán siempre en la constante fase de adaptación de Goomer a su nuevo planeta, porque va a ser incapaz de discriminar qué ser tiene vida. Así, confundirá a la dueña de un restaurante con un delicioso pastel que querrá zamparse, o vestirá a un insecto en su nuevo puesto en los grandes almacenes pensando que es un caballero, o se irá a la playa a disfrutar el sol de verano sin saber que allí el cambio de estación al invierno más riguroso se produce en un segundo.

Hubo una secuela de este personaje llevada al cine en 1999, concretamente la película se titulaba así, Goomer, con los directores José Luis Feito y Carlos Varela, que pierde un poco, por no decir bastante, la esencia del cómic de Ricardo & Nacho, quiero imaginar que es porque ellos mismos no fueron los autores de los dibujos (carece de la belleza cromática y la expresividad del papel), ni de la adaptación de las tiras cómicas a un guión cinematográfico que debe tener la duración de un largometraje, en este caso, la película discurre a lo largo de setenta y cinco minutos, sin duda, un metraje excesivo y una historia en la que se meten con calzador las inconexas tiras semanales de los autores. Y bueno, le dieron el Goya a la mejor película de animación, es obvio que porque no había ni hay mucho que elegir en este sector en nuestro país. A mí particularmente no me convenció, pero mi hijo la vio sin separarse de la tele hace unos días y, por tanto, le voy a dar un aprobado.

En fin, lo de la película no borra ni un ápice esa nostalgia que me trae Goomer, esa leve ansia con la que repasaba el semanal de El País hace años, para encontrarme con las ocurrencias de este terrícola singular en un planeta tan sorprendente y extraño, pero también tan corriente como el que habitamos.

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