BLOSSOM, UNA GUAPA POR DENTRO QUE NOS ENCANDILÓ

Una joven madura para su edad, inteligente y divertida en medio de una familia en la que cada uno tiene un rol muy marcado, eso y mucho más. Una adolescente fuera de lo común que cuelga en las paredes de su habitación pósters de M.C. Escher y que entusiasmó a millones de jóvenes hace un par de décadas, esa era Blossom.

A mí me pilló ya saliendo de la juventud, pero me trae muy buenos recuerdos esta chica, esta serie y la ingeniosa forma de traer la problemática juvenil a la pequeña pantalla, siempre con buen criterio e impecable desarrollo, con objeto de ofrecer estrategias para superar las vicisitudes propias de un período vital siempre convulso.

Pues Blossom vivía en una casita californiana con su padre y dos hermanos más. El punto de partida de la serie es el abandono de la familia por parte de su madre que decidió dedicarse profesionalmente a la música (es cantante) y las dificultades para recomponer el esquema familiar en esta nueva situación.

Su padre, Nick Russo (Ted Wass), es un pianista independiente con altibajos en su carrera, aunque en el terreno paternal demuestra ser un tipo muy juicioso y habilidoso, que es capaz de solucionar con buena mano los problemas de sus hijos. Es, sin duda, una figura central en la serie con el añadido especial de que en muchos capítulos él es el propio director de los mismos. De su pericia y su sentido común dependerá que esta familia no se resquebraje, tras la huida hacia delante de la madre.

En este contexto no nos encontraremos una familia corriente, y con todas las piezas del puzle dispuestas a encajar, hará falta mucho tiempo de diálogo, paciencia y comprensión, pues cada miembro de la familia tiene su particular problemática. El más complejo al inicio de la serie es el hijo mayor, Anthony o Tony (Michael Stoyanov) veinteañero y que ha pasado varios años de su juventud metido en las drogas y en el alcohol y que ahora trata de volver a hacer una vida normal.

El contrapunto más que simpático de esta familia es el pequeño, Joey Russo al que da vida el actor Joey Lawrence. Un joven muy ingenuo al que hoy diríamos que “le falta un hervor” y que vive obsesionado con las chicas y el béisbol. Pese a su aparente encefalograma plano, demuestra a lo largo de la serie ser mucho más tierno, humano y lúcido que lo que dictan sus acciones.

No podemos olvidar, porque es casi de la familia, a Six LeMeure (Jenna von Oÿ), la alocada íntima amiga de Blossom, que es visitante habitual de la casa de los Russo. Su incontinencia verbal y su acelerado pulso la hacen el complemento perfecto a una Blossom muy cabal y a veces demasiado perfecta y previsible.

A lo largo de los cinco temporadas que estuvo en pantalla la serie se suceden otros personajes que adquieren también un papel protagonista, entre los que cabe destacar al novio de Blossom durante bastantes temporadas, Vinnie Bonitardi (David Lascher), un tipo chulo y con un pasado algo turbio, al que Blossom hace entrar en vereda y este responde con respeto hacia la chica y con una progresión en su rendimiento escolar. También aparece la madre de Blossom, Maddy (Melissa Manchester) a lo largo de la serie en momentos puntuales, generando zozobra y cariño a partes iguales en la familia. Y, cómo no, el abuelo Buzz (Barnard Hughes), el padre de Maddy, que aparece con fuerza en la segunda temporada y se presenta como un viejo simpático y resultón que no siempre es el mejor ejemplo para sus nietos.

En las últimas dos temporadas Nick Russo contraerá matrimonio con Carol (Finola Hughes), lo que provocará una crisis familiar, sobre todo porque Blossom no la aceptará de ningún modo, por las obvias razones de reposición del papel de madre. Poco a poco se avendrá a razones y terminará haciendo muy buenas migas. Carol tiene una hija pequeña, la adorable y un poco repipi Kennedy (Courtney Chase), que es el tormento de la casa con sus preguntas siempre comprometidas y su espíritu curioso.

El joven Tony, a medida que avanza la serie, más maduro y rehabilitado de su vida anterior, conoce en un desliz y de casualidad a una joven de color, Shelley (Samaria Graham) con la que contraerá matrimonio y ampliarán la familia con un nuevo retoño.

Pues nada, presentados los personajes es raro que alguien con mediana edad en España y en los muchos países donde se emitió la serie y se repuso con posterioridad, no haya visto algún capítulo y haya conocido las peripecias de Blossom y sus satélites.

Desde luego aquí en España fue muy exitosa y yo la recuerdo así, quizá lo que más transmitió a los jóvenes de aquella época era más allá del hecho de que fuera una serie dirigida a ellos y que trataba problemas cotidianos, que por primera vez desde hace mucho tiempo la protagonista no era un bombón, era una chica normal y corriente, ni siquiera guapa de cara, sino más bien de ese tipo de muchachas que suplían su atractivo con su arrollador carácter, su simpatía a raudales y un estilo de persona en sus rasgos, en sus convicciones, incluso en su forma de vestir que a todos encantaba, incluso a los que la veíamos desde fuera.

Sin duda, el tirón de la serie estribaba en el papel central de Blossom, la mayoría de las tramas giraban en torno a ella, era su vida la que aglutinaba el devenir de los otros personajes; así que vimos crecer a esta señorita desde los trece a los dieciocho años, desde una niña, pasando por adolescente, hasta verla una mujer. Y en ese ínterin, todos los problemas existenciales, físicos y metafísicos de un período de nuestras vidas tan agitado como apasionante y cambiante.

Por otro lado, los directores de Blossom dotan a Mayim Bialik de un gran sentido común, aunque habiendo conocido algo de la biografía de esta actriz estadounidense quiero pensar que buena parte del encanto y del hechizo de Blossom dependían de la propia cosecha de Mayim. La recuerdo con claridad que estuvo visitando nuestro país y hablaba español con bastante soltura, era una chica muy interesante. La serie termina justo cuando Blossom acaba la enseñanza media, tras un gran expediente académico, se va a la universidad y trabaja a la par, de algún modo, el espíritu que movió a producir la serie a sus creadores, se había extinguido; y casi como si fuera una prolongación de la propia serie, Mayim Bialik prácticamente deja su faceta artística tras esta experiencia y se centra en los estudios, graduándose en Neurociencia y siendo Doctora en esta disciplina con posterioridad.

Más recientemente hemos podido ver a Mayim Bialik, y tal vez eso me inspiró el recordar esta serie, en la exitosa comedia de situación The Big Bang Theory, donde interpreta con la genialidad con la que se mueven los personajes de la misma, a Amy Farrah Fowler, la novia de Sheldon Cooper, otra maniática y casi enfermiza cabeza pensante, auténtico clon femenino de Sheldon con el que comparte una relación amorosa absolutamente atípica y gustos poco comunes.

En fin, también uno se siente un poco mayor cuando ve a la angelical Blossom, que de un plumazo ha cambiado tanto en un par de décadas, pero así es la vida…

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