"ENCICLOPEDIA DE LA IGNORANCIA", DE KATHRIN PASSIG Y ALEKS SCHOLZ

¿Qué quedó de aquella célebre frase “¡Que invente ellos!” pronunciada por Miguel de Unamuno hace casi un siglo? Pues ese aserto que, de algún modo, tenía como fin el poner de relieve que la investigación en España era poco menos que una realidad marginal, vuelve a cobrar actualidad, si es que alguna perdió vigencia, porque en este período crítico a nivel económico y social, se prescinde de nuestros investigadores, un fabuloso valor que ha costado mucho dinero y esfuerzo formar, que dejan investigaciones de gran calado paralizadas y lo que es peor, que se largan con toda razón, yo haría lo mismo, a otros países donde si gozan de las oportunidades que se les niegan en su propia casa.

Y he leído hace bien poco, no recuerdo dónde, que alguien hacía una reflexión muy sesuda sobre la investigación y la capacidad de liderazgo de una nación, y decía algo así como que los países que invierten en investigación no hacen precisamente eso porque son más ricos, sino justo lo contrario, son más ricos porque invierten en investigación. Y sí, por eso Alemania está a la cabeza de Europa y, huelga decir que sufriendo menos que nosotros la crisis, precisamente porque entre otras bondades, apuestan por la investigación.

Una investigación justamente pagada, es decir, muy bien pagada, pero porque da sus frutos económicos a corto, medio o largo plazo. Quizás el problema de nuestro país es que somos cortoplacistas, de eso nuestros políticos saben bastante, y si no hay resultados en cuatro años (una legislatura), pues la cuerda se rompe por la parte más débil. Por cierto, que uno de los seguidores de este blog, mi buen amigo Nacho Molina trabaja en el Instituto Max Planck en Múnich realizando investigaciones al hilo del colisionador de hadrones que el CERN tiene en Ginebra y es la más pura expresión de que hay un abismo por desgracia insalvable entre España y Alemania.

Y bueno, este no era un articulillo para hablar de lo mal que estamos en España y de cómo están por ahí, pero sí que venía a colación esta reflexión porque hace un par de semanas terminaba este libro, escrito por dos periodistas científicos alemanes, ¡qué curioso!, y en él nos narran unas cuarenta investigaciones que se desarrollan en la actualidad, algunas desde hace mucho tiempo y que a día de hoy no están resueltas, es decir, hay campo por explorar. Al final del libro viene una bibliografía y podrán aparecer más de doscientos investigadores, científicos, especialistas y divulgadores y... ninguno es español, así nos va.

Es de lectura amena y está escrito con un cierto tono jocoso, pues algunas de las investigaciones no pasan de ser un poco “absurdas”, pero vienen a reflejar ante todo que hay muchos elementos y acciones que nos rodean de los que no se sabe todo y se sigue explorando.

Investigaciones tan poco productivas como puede ser el porqué bostezamos, sí, por qué lo hacemos en un contexto social o por qué se “contagia” el bostezo, pueden darnos la idea de que hay gente “pa tó”, y que no tienen otra función más relevante en esta vida que atajar un misterio que de resolverse tampoco tendría una gran utilidad.

Pero esto sería coger el rábano por las hojas, hay otras muchas investigaciones que nos muestran que son un ejemplo de líneas de estudio inacabadas, que de culminarse sí que supondrían un avance para nuestra sociedad, para curar enfermedades, para hacerla más fácil e incluso para entender mejor el mundo que nos rodea, que no es moco de pavo.

Se plantean estos dos autores a la hora de emprender este proyecto que, de algún modo, puede que el lector se sienta con algo de desasosiego al ir avanzando en sus páginas, porque al fin y al cabo se exponen toda una serie de hitos sin resolver. Es como el mundo al revés, al terminar el libro se sabe menos que antes de leerlo, pero como ellos dicen, con un nivel muy elevado.

Del mismo modo, ellos mismos introducen su libro con una certera reflexión, pues escribir sobre hechos que no tienen resolución ahora mismo, implica que pueda perder su vigencia en unos años, dado que es probable que se encuentren explicaciones plausibles a lo que ahora mismo se desconoce. Ellos enfrentan esto con la posibilidad de que este mismo libro se hubiera escrito hace cien años, si hoy lo leyéramos nosotros mismos nos reconoceríamos como unos eruditos, pues la ignorancia de hace un siglo hoy sería, en muchos casos, un conocimiento absoluto.

Lamentablemente en este mundo se habla más de lo que se sabe y mucho menos de lo que no se conoce y en el conocimiento de lo inexplorado está muchas veces la clave del éxito científico. Lo que tal vez mi amigo Nacho no sepa es que su mentor espiritual Max Planck, tuvo la suerte de ahondar en lo desconocido, en lo ignorado, pese a que su maestro, el físico Philipp von Jolly le aconsejó no estudiar física porque le dijo que estaba todo prácticamente descubierto y que apenas quedaban unos pocos huecos por rellenar. Por suerte, Planck desoiría esa recomendación y se convertiría en el padre de la física cuántica.

No quiero hacer una exposición ni una lista de los temas de que trata el libro, sólo daré un pequeño aperitivo, pues como digo, la lectura es muy amena y no quiero desvelar mucho más para aquel que se quiera adentrar en su exégesis.

¿Alguien sabe que el agua caliente se congela más rápido que el agua fría?, ¿y la curva de Laffer se cumple realmente?, ¿dónde está la clave de la estatura del ser humano?, ¿sabremos alguna vez cómo funciona la tectónica de placas?, ¿cuándo conoceremos todos los entresijos que tiene un acto tan natural como el sueño?

Y mientras tanto seguiremos con una cierta lejanía, cómo nutridos grupos de investigadores (fuera de España), dan con las claves para curar el resfriado. Mientras tanto será la enfermedad más común del mundo y sin medicación específica, o para ser exactos, con medicación el resfriado dura siete días y sin medicación una semana.

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