"LA CLAVE", UN PROGRAMA QUE ABRIÓ LA DEMOCRACIA

Estábamos en plena transición democrática en España, momentos de una incipiente tensión política y social, donde el pueblo llano asistía con expectación a lo que se iba cociendo en los órganos de decisión de nuestro país. Fue a finales de 1976, apenas un año después de la muerte del dictador Franco, cuando veía la luz uno de los programas de debate más importantes y de mayor calidad y calado social que ha dado la televisión en España, se trata de “La Clave”.

Hablar del programa “La Clave” es asociar su nombre con José Luis Balbín, moderador y rector de ese programa; por cierto que pensaba que Balbín era mucho más mayor o me parecía mayor cuando dirigía aquellos debates (seguro que aquella pipa que utilizaba colaboraba en esta sensación mía), pero por aquel entonces tenía mediana edad, 36 años para ser exactos, y hoy tiene 71.

El programa tenía una sistemática muy simple, cada semana se abordaba un tema diferente, de actualidad o de algún aspecto que tuviera interés para nuestra sociedad; antes del debate se emitía una película que tenía que ver con el tema, y a continuación se presentaban a una serie de contertulios que hablaban, referían y discutían durante dos horas o más acerca del tema, incidentalmente se comentaba algo de la película, pero esta era sólo una excusa para pasar a ese debate que era la verdadera estrella del programa.

“La Clave” comenzó a emitirse en la segunda cadena los domingos por la noche, pero después pasó a los sábados, un día mucho más atractivo y con mayor audiencia, comenzando la película en torno a las 10 de la noche. Ese día permitía que mucha más gente pudiera quedarse más tarde sabiendo que a la mañana siguiente no se trabajaba, y es que aunque he comentado que ese debate podía durar algo más de dos horas, realmente había veces que si la conversación estaba caliente y había polémica de por medio, se dejaba que todos opinaran y la duración de tan acalorada tertulia podía alargarse notablemente.

Ni que decir tiene que un programa con un talante bastante abierto para la época, enterrada la censura, suponía una bocanada de aire fresco para la opinión pública española. Gentes de toda clase y extracción social recibieron con buenos ojos el programa, porque daba la impresión de que era la primera vez que en España se podía hablar con una cierta libertad en televisión, o se podía discutir y no pasaba nada. Y no lo olvidemos, por allí pasaron los personajes más relevantes de la historia reciente de nuestro país. También fue la primera vez que veíamos tertulianos extranjeros y comenzamos a hacernos al oído de las señoritas traductoras que tenían un soniquete muy curioso.

Está claro que yo era un niño cuando el programa estaba en todo su apogeo y mucho de lo que se hablaba no lo podía entender, pero aquel formato provocaba la atracción de mucha gente; yo mismo soñaba con poder hablar con la prestancia y el don de palabra con el que se enfrentaban a las cámaras los miembros de tan singular velada. “La Clave” tenía un efecto multiplicador al día siguiente, los domingos al mediodía si salías de misa, si ibas a un bar, si tu padre hablaba con un vecino, y si el tema de la noche anterior había sido candente, entonces se convertía en una secuela de aquel debate, aunque lógicamente en menor escala.

He dicho que, en algunos momentos, el debate podía ser acalorado, y eso todavía llamaba más la atención a la audiencia, aunque quiero recordar que había subidas de tono, y que alguna vez alguien amenazaba con levantarse del asiento; pese a la situación de crispación social que se vivía, y que no lo olvidemos, en los primeros años de emisión no existía democracia como tal (las primeras elecciones democráticas serían en junio de 1977 y la reafirmación democrática fue con la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978), el programa que solía traer a tertulianos con posturas contrapuestas y claramente radicales, mantenía muy bien las formas. Balbín era muy habilidoso para ello, y en general los participantes se comportaban con bastante educación. Nada comparable a las tertulias de hoy, donde el personal es mucho más vociferante y no hablemos de las tertulias del corazón, donde directamente no hay ni educación, ni formas, ni tan siquiera corazón.

“La Clave” se mantuvo en cartel en Televisión Española aunque con algún paréntesis, de 1976 a 1985, y parece ser que desavenencias con la Dirección de TVE y también con el gobierno socialista de Felipe González, propiciaron su retirada definitiva. Posteriormente Balbín iniciaría un nuevo proyecto en Antena 3 de 1990 a 1993, pero poco a poco la situación política y social se había estabilizado en España, y ese papel de espuela y agitador de conciencias que llegó a tener el programa en el pasado, fue diluyéndose.

Lo que quizá el gran público no sepa es que, en realidad, esta fórmula de película más debate, estaba heredada de un programa francés que se llamaba "Les dossiers de l'écran".

No podría olvidarme de otro aspecto que hacía original este programa y que la mayoría de la gente que vivió recordará, se trataba de su sintonía, muy particular, entre vanguardista y siniestra, del compositor vizcaíno, ya fallecido, Carmelo Bernaola, el mismo que compuso la música de Verano Azul.

Otro distintivo de “La Clave” era que a su conclusión se le regalaba a los contertulios un reloj de pulsera como detalle de la producción del programa, pues entiendo que no cobraban por ir, aunque lógicamente se les pagara los desplazamientos y la estancia en Madrid.

Quizás esta fórmula no tendría éxito en la España de hoy pero fue un programa que colaboró en abrir la mentalidad de nuestro país y en crear una auténtica opinión pública crítica.

Comentarios

oretano1969 ha dicho que…
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