WILLIAM ELLWOOD, TOCANDO UNA GUITARRA DE SIETE CUERDAS

Armonía, apacibilidad, sencillez y unos ciertos toque renacentistas y barrocos, hacen de la guitarra de William Ellwood un ejercicio sano para disfrutar de la acústica de sus acordes con el volumen bien alto, sin que nunca tengas la sensación de que está verdaderamente fuerte, o que pueda molestar a nadie, por más que la gente se empeñe en no ser aficionada a la música New Age, cuando en realidad la oyen a diario en cuñas de radio, en anuncios de televisión, o como entrada de programas diversos.

Como ocurre con muchos músicos de New Age, y alguno ha tenido presencia en este blog, parece coincidir un común denominador, y es el disponer de formación académica de estos compositores, amén de la propia musical. En este caso, este guitarrista canadiense llamado William Ellwood, es Licenciado en Psicología, y su biografía nos habla de que tiene una sólida formación complementaria en Teología, Mitología y Astrología.

Con doce años, como le suele suceder a muchos niños, se empeñó en que su padre le comprara una guitarra. Lo que ocurre es que muchos niños se aburren y sus guitarras ocupan armarios o cuelgan de una alcayata en una pared, y Ellwood le fue cogiendo gusto a este instrumento, hasta el punto de que no se quedó ahí.

Sí porque en su indagación por sacarle jugo a los instrumentos de cuerda pulsada llegó al laúd, más antiguo y con menos presencia en la producción musical de nuestros días. El laúd se compone de seis cuerdas dobles y tiene una mayor complejidad sonora que la guitarra y se ha aparejado tradicionalmente a las músicas antiguas y, cómo no, es un instrumento imprescindible para las tunas.

Se aficionó tanto al laúd que quiso llevar el juego sonoro que le ofrecía este instrumento a la guitarra con lo que se diseñó su propia guitarra de siete cuerdas, donde él podía transcribir lo que conseguía con el laúd sin sacrificar nada de lo que expresaba con este.

Existe un sello discográfico llamado Narada, estadounidense, que se ha especializado en nuevas músicas, con gran rigor y calidad, incluso tiene una línea divulgativa dedicada al New Flamenco, del que algún día seguro que dedicaré un tiempo. En este sello hizo su bautismo de fuego William Ellwood, en primer lugar, en 1986 con Openings (un nombre muy sugerente para su ópera prima), para continuar con cuatro discos más hasta 1995. Una producción quizás algo corta, pero que no pierde su vigencia y que aún sigue haciendo las delicias de miles de adeptos hacia este virtuoso de la guitarra.

En la producción de Ellwood se remarca una sólida influencia clásica. Como he dicho al principio evoca sonidos renacentistas y barrocos. De hecho, a medida que fue evolucionando en esta década de estrellato, incorporó otros instrumentos que le daban mayor prestancia y fuerza a esta temática antigua, valiéndose de percusión, teclados, flauta o fagot.

Es muy agradable hacer un recorrido por estas poco menos de cuatro horas de música que componen su carrera, ya que se acentúa la gran calidad de sus trabajos. A mí particularmente me gusta su cuarto disco, Touchstone (literalmente “Piedra de toque”), muy maduro, más moderno que sus predecesores; con el acompañamiento exclusivo del bajo de Ron MacDonald.

Cuando oyes a William Ellwood recuerdas a otro Guillermo, del que seguro que ha bebido, William Ackerman, un grande de las nuevas músicas del que ya hablaré aquí. También tiene influencias de las guitarras de Leo Kottke y el más conocido Ottmar Liebert, sobre todo por su acercamiento al flamenco de vanguardia, algo que se puede apreciar con levedad en Touchstone y también en el último trabajo de Ellwood, Natural Selections.

Geniales son algunas versiones de temas conocidos como Scarborough Fair de Simon y Garfunkel, aunque en realidad esta era una canción popular inglesa; o el no menos conocido California Dreamin' de The Mamas & The Papas, también sucesivamente versionado en su medio siglo de vida.

Con la guitarra de Ellwood la New Age obró una nueva dimensión, con un sonido claro y directo, un cuadro tierno y colorido pero con brochazos, al estilo de un Van Gogh.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Que hermoso este texto, en verdad no sabía algunas cosas de él, lástima que casi no se sabe nada, si siguió componiendo?, es un artista único en su estilo.

Saludos