"EL TEMIBLE BURLÓN", DE ROBERT SIODMAK

Bueno, pues ya estamos en la antesala de la Navidad, época en la que podemos estar más con la familia y amigos, y por supuesto, también tendremos algo de asueto para disfrutar del calor del hogar.

Con el recogimiento navideño e invernal da más gusto y morriña el recordar viejas películas que perduran en el tiempo, de esas que te trasladan a tu niñez, cuando toda España veía programas míticos como “Primera sesión” o “Sesión de tarde”.

A buen seguro que el “El temible burlón” fue una de ellas, con todos los ingredientes de un clásico para toda la familia: aventura, acción, golpes cómicos, colorido, idilio, guión impecable..., en unos cien minutos vertiginosos que dura este fabuloso trabajo dirigido en 1952, por otro sonoro nombre de la historia del cine como Robert Siodmak.

Varias reflexiones merece esta bonita película de las de toda la vida, empezaré por la primera, ya que el título original poco tiene que ver con lo que la producción de este largometraje habría pensado ni siquiera como traducción factible. “The crimson pirate”, el nombre original, podría traducirse como “El pirata escarlata”. Se seguía la moda en España de cambiar los nombres de las películas, colocando uno más rebuscado para que sonara comercialmente mejor. Desde luego lo entendería si la proyección se hubiera pasado sólo por la televisión, pero el fenómeno del televisor en color apenas lleva consolidado en nuestro país una treintena de años. Así que los que ya somos algo maduritos vivimos nuestra niñez con tele de blanco y negro, y esta película la vimos en ese formato (alguna vez hablaré sobre cómo vi por primera vez la tele en color), por tanto, perdiéndonos la vivacidad cromática del tecnicolor, que ahora con los años puedes visionar tranquilamente en DVD y disfrutar del impresionante vestuario multicolor de todo el cuadro actoral.

La película la llena por sí mismo un Burt Lancaster en plenitud de facultades, y es que tal vez no se conozca demasiado su faceta circense, pues en su juventud estuvo dedicado a esta noble profesión, consagrado a las acrobacias y las piruetas. No fue extraño verlo, por tanto, en sus inicios, afrontando papeles en los que había que enseñar torso, musculatura y una serie de dotes gimnásticas. Es más, su lugarteniente en la película, Nick Cravat, que hace un cómico papel de mudo, era también su inseparable amigo en los espectáculos circenses, donde formaban el grupo “Lang y Cravat”. Ni que decir tiene que con tan cualificados artistas la abundancia de escenas acrobáticas y sin dobles, es una constante en la trepidante hora y media larga que dura esta producción.

Una sospechosa coincidencia se puede descubrir sin ser un gran cineasta al visionar esta película, y es que la escena de la barca a la que el protagonista de “Piratas del Caribe: la maldición de la Perla Negra”, el pirata Jack Sparrow consigue avanzar por el fondo del mar con la misma dada la vuelta y respirando de la bolsa de oxígeno que se forma entre el agua y el fondo del bote; está copiada literalmente de esta película, donde Lancaster y Cravat acompañados del viejo Profesor Prudence que es el que da la idea, consiguen llegar a la orilla, donde hay muchos botes del mismo tipo boca abajo, produciéndose una de las escenas más cómicas de la película.

De todo tiene, como decía, esta película; precisamente ese viejo profesor al que antes citaba es una especie de MacGyver, capaz de inventar toda clase de ingenios tales como cañones, metralletas, un submarino o un globo aerostático, con materiales de andar por casa.

La trama es absolutamente figurada, ya que se supone que los piratas surcaban por el Mediterráneo y atacaban a todo bicho viviente que contara con joyas, dinero o metales preciosos entre sus mercancías. Es más, no puede ser más imaginada la historia por cuanto que el Capitán Vallo (Burt Lancaster), intenta colaborar con los pueblos costeros para liberarlos de la tiranía británica que curiosamente se representa con banderas misteriosamente hispanas, de Castilla, León y Aragón, y las damas inglesas van ataviadas con un singular complemento español como es la peineta.

No me puedo resistir a recomendar esta joyita del séptimo arte para pasar un rato agradable en una de estas tardes de Navidad, en compañía de la familia, disfrutando de los Vallo, Consuelo, Bellows, el Barón Gruda, El Libre, Pablo Murphy... El divertimento y las carcajadas están asegurados.

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